Cuando las personas sobrepasamos los 60 años y a medida que pasa el tiempo, pensamos si irremediablemente el año próximo será el último de nuestra existencia. Sin embargo, llegar a la vejez no es sinónimo de que la vida ha llegado a su fin, por el contrario, es una etapa que se puede disfrutar como cualquier otra y en la cual hay que prepararse para tener dignidad y felicidad.

Es bien cierto, que la sociedad refleja la edad adulta con unas connotaciones negativas que se proyectan en el subconsciente social con imágenes de este período vital revestidas de improductividad, aburrimiento, enfermedad y tristeza y como consecuencia surgen los mitos de que los mayores están desconectados de la realidad o que son irritables, y, aunque es cierto que conforme envejecemos subimos de peso y perdemos algunas de nuestras habilidades intelectuales, no hay razón para asumir los estereotipos que hay acerca de los adultos mayores.

Hay hitos en la vida (cumpleaños, cambios de trabajo y el fallecimiento de familiares y conocidos) que te recuerdan el paso del tiempo, pero no debes distraerte del objetivo de buscar el significado de la vida y de querer mejorar la calidad de la misma; por supuesto el darnos cuenta que envejecemos poco a poco no nos tiene que intimidar, al contrario, las personas deberían prepararse para las últimas etapas de su vida tal como lo hacen cuando van a iniciar una familia o cuando ayudan a un hijo a hacer la transición hacia una mayor independencia. Hay que aceptar con buen humor eso de ver una película y señalar a los actores y decir: “Ella ya se murió. Ay, él también”. O que tus padres se mudan a una comunidad de retiro y la llaman la sala de espera de Dios. De repente, tus articulaciones hacen más chasquidos y tronidos que los que escuchas cuando te sirves cereal para desayunar; pero a pesar de todo, hay muchas cosas que todavía se pueden hacer y que por medios de ellas vamos a entender mucho más el sentido de nuestras vidas.

Procura arreglarte todos los días. Evita andar desaliñado, viste tu ropa favorita y ponte perfume para oler rico. Puedes ir al gimnasio, caminar por el parque, salir de paseo con tus nietos y amigos. Evita realizar esfuerzos extremos, sobre todo si tienes problemas del corazón o presión arterial. Antes de decidirte por alguna actividad, consulta a tu médico. Nunca te creas más viejo y más enfermo de lo que en realidad estás. Este tipo de pensamientos, sólo te hacen sentir vacío. Recuerda que a nadie le gusta estar escuchando historias de achaques, enfermedades u hospitales. Si estás enfermo atiéndete y cuídate. No olvides que todo es cuestión de actitud. Sé positivo en los juicios, de buen humor en las palabras, risueño de rostro, amable en tus gestos. Se tiene la edad que se ejerce. La vejez no es una cuestión de años sino un estado de ánimo. Trata de ser útil a ti mismo y a los demás. Hazte necesario. Realiza tus actividades por ti mismo hasta donde sea posible y ayuda a otros. Ayuda con tu ejemplo, con tu alegría, con una sonrisa, con un consejo, con un servicio.

La vida se hizo para disfrutarla, no importa la edad que tengas. Alégrate de llegar a esta edad y de poder transmitir tus conocimientos y experiencias a las próximas generaciones.

«…¿Qué errante laberinto, qué blancura ciega de resplandor será mi suerte,
cuando me entregue al fin de esta aventura la curiosa experiencia de la muerte?
Quiero beber su cristalino Olvido ser para siempre; pero no haber sido.»

Paqui Cámara