Opinión. Paqui Cámara

Son ellos los que más han sufrido y están sufriendo con temor y preocupación esta situación generada por la pandemia de coronavirus.  Nuestros mayores siguen estando en primera línea de fuego: en primer lugar, por la situación vulnerable de su edad y como no, por las situaciones que provocan nuestros jóvenes que piensan que ellos no van a enfermar, ya que el mensaje que les ha llegado es, que el virus sólo mata a los mayores y por supuesto, tampoco creen ser un peligro, a la hora de transmisión, para los adultos y aunque son conscientes de que sí pueden cursar la enfermedad, es de forma leve o asintomática y no asimilan que sean uno de los grupos de edad que más brotes originan.

Es muy triste y penoso que precisamente, los que más han luchado para traernos a los tiempos actuales llenos de confort constitucionales y democráticos, después de los tiempos tan difíciles que les toco vivir, ahora, a sus tantos años, y cuando tanto necesitan compañía y cariño, vuelven a estar en primera fila, pero profundamente solos.

Son millares los mayores que viven en soledad la pandemia. Y volver a rencontrarse con los suyos o con la actividad que los mantenía en el día es un reto totalmente inalcanzable y eso en un momento que hay que estar más unidos que nunca para aprender a vivir el confinamiento, pues tristemente, ellos/as lo hacen solos/as.

El Covid19 no solo afecta a la salud de las personas de edad, sino que también les coloca en una situación de mayor riesgo de pobreza, discriminación y aislamiento, y lo que no acabamos de asimilar es, que la sociedad entienda que las personas mayores tienen los mismos derechos a la vida y a la salud que todos los demás, y sobre todo tenemos que canalizar recursos para solucionar las necesidades más urgentes de las personas ancianas que viven esta crisis sanitaria necesitados de asistencia, alimentos, medicinas y apoyo. Ellos son nuestra memoria, merecen todo nuestro cuidado y aunque personalmente pensemos que hay muchas situaciones en la no podemos hacer nada, que se nos escapan de las manos; si hay algo al alcance de todos y es ofrecer cariño y compañía a las personas mayores que en estos días se encuentran profundamente solas.

Se hace totalmente urgente y necesario, crear un espacio de aprendizaje y reflexión donde las personas mayores se sientan escuchados y valorados por el resto de generaciones facilitando las relaciones intergeneracionales y desterrar actitudes discriminatorias hacia los mayores por motivos de edad y como no, contribuir a generar una ola de solidaridad que llegue a todas las personas mayores que lo necesiten.

Acompañemos a nuestros ancianos siempre que podamos de forma emocional, cultural y lúdica: Leer un libro, hablar del día a día, compartir experiencias o simplemente pasar un rato juntos; si no es posible personalmente, el teléfono y los medios de comunicación sanos, fiables y dignos de ver y escuchar, son medios que están salvado de la soledad tanto a jóvenes como mayores. No olvidemos que la terapia de una voz amiga siempre genera un intercambio humano que abre un horizonte positivo.

Entre todos podemos conseguir que en esta crisis nadie se quede atrás.

Ahora, por ellos “NUESTROS MAYORES”

Paqui Cámara