Recuperados un poco de la sorpresa que nos llevamos los españoles hace un par de días cuando vimos a los líderes de los dos partidos más votados en la nación declarar que habían negociado y llegado a acuerdos para renovar una serie de instituciones del Estado que estaban pendientes -excepto el Consejo General del Poder Judicial, que permanece varado en  una inconcebible inmovilidad, aunque hace años que debía haber sido renovado-.

 

Y nos impresionó el nuevo talante de los portavoces que hablaron ante los medios porque después de días, meses y años de bronca permanente en la que el Congreso de los Diputados parecía una sala para ensayar aquello del «y tú más», echándose cosas en cara, a veces reales, a veces imaginarias, y llegando incluso al insulto personal que tanta vergüenza ajena ha producido entre la ciudadanía, parece que se abre un periodo en el que se va a dialogar y debatir, que es lo que hay que hacer y para eso está el Parlamento, defendiendo cada partido sus propuestas enérgicamente, que para eso los hemos elegido, para debatir y solucionar los muchos problemas que nuestra sociedad tiene en este momento. Ojalá este talante de respeto y educado debate en el Congreso, las provincias y los Ayuntamientos se imponga  y nos volvamos a sentir orgullosos de nuestros representantes políticos. Seguro que será así porque no puede ser de otra manera.